viernes, 14 de septiembre de 2012

Matthew Morrison



Hombres como él son los que hacen plantearse si no deberían nombrarlos como una maravilla del mundo más. Una idea muy razonable y claramente justificada si observamos este torso, que estremece y activa todos nuestros sentidos, y no es para menos. Además, a parte de ser una delicia observarlo, escucharlo termina por absorberte. En fin, una lástima poder percibirlo a través de dos vías únicamente. Solo con imaginar poder olerlo, palparlo y saborear cada recoveco de su atesorada figura se me cae… hasta lo no caíble.




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