jueves, 13 de septiembre de 2012

Fredrik Ljungberg





Me derrito. No es para menos con esta obra de arte delante, porque este hombre está para un buen estudio, un estudio hecho delicadamente desde el tacto, con cercanía y constancia. Queda claro que para un análisis de este tipo no nos iba a hacer falta mucha fuerza de voluntad, al contrario, tendrían que obligarme a parar. Y es que este mazizorro consigue remover todo nuestro interior con solo esa profunda mirada, que lo hace más interesante si cabe. Pues sí, moriría de gusto por palparle enterito.


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