Nuestro Martiño, el que consigue provocar tantas emociones distintas en nuestro interior, parece no tener un solo atisbo de imperfección. Quizá sea eso su imperfección, ser extraordinario en la mayoría de sus facetas. Además, a parte de su matrícula como profesional, es un morenazo, que puede robarte tu estado de salud con solo una de sus sonrisas. Esa cara de ángel puede transportarte al infierno. Sería totalmente injusto no nombrar esos ojos claros, que te quedan enganchada, esa mandíbula acompañada de esos labios tan apetecibles y cómo no, esos hoyitos tan simpáticos como mortificadores…
viernes, 31 de agosto de 2012
Martín Rivas
Nuestro Martiño, el que consigue provocar tantas emociones distintas en nuestro interior, parece no tener un solo atisbo de imperfección. Quizá sea eso su imperfección, ser extraordinario en la mayoría de sus facetas. Además, a parte de su matrícula como profesional, es un morenazo, que puede robarte tu estado de salud con solo una de sus sonrisas. Esa cara de ángel puede transportarte al infierno. Sería totalmente injusto no nombrar esos ojos claros, que te quedan enganchada, esa mandíbula acompañada de esos labios tan apetecibles y cómo no, esos hoyitos tan simpáticos como mortificadores…
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