Lo sé. Es mirarlo y es un no parar de suspirar, de temblar, de
derretirse, de desearlo con más y más fuerza. Y es que es tan normal sentir
esto, como inusual es encontrarse a un hombre tan sumamente guapo y macizorro.
Encima, estimula la mente (y lo que no es la mente), pues una vez con su imagen
dentro de tu pensamiento, no podrás parar de imaginar miles de ‘momentos’
interesantes que podrías disfrutar con él. Vamos, que quiero y necesito
empotrarlo contra la pared, y empezar a preocuparme solo por aprovechar el
máximo de él. Mmmm…Quién pudiera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario